¿Dónde quedó la garra de Caretas?

Tras casi seis semanas sin mucho que decir, Caretas viene al rescate.

La revista le dedica hoy jueves 2 de agosto tres páginas, con fotos, a la demostración tecnológica (no creo que se lo pueda llamar plan piloto) de la XO que se ha implementado en el colegio Apóstol Santiago, en Arahuay, Canta. Lástima lo débil del articulo.

Aclaro de inmediato: no creo que todo artículo tenga que estar en contra, ni siquiera tiene la obligación de presentar críticas; ciertamente, no me interesa que me entrevisten o cosa por el estilo (lo digo para que cualquier necio que piense que hago esto por figurar se ahorre la molestia de comentar al respecto). Creo que un artículo periodístico en una revista debe ver más allá de los hechos y las declaraciones y plantear siquiera preguntas de mediano plazo. Eso es lo que NO hace el artículo en Caretas.

Más allá de adjetivos como "extraordinaria" o "mago" (para la XO y Negroponte, respectivamente) el artículo tiene el defecto central de asumir las bondades del proyecto tal como se las presenta el ministerio, sin plantear siquiera una sola pregunta sobre la continuidad del mismo. Se habla del enlace VSAT disponible, cortesía del proyecto Huascarán: no se dice nada sobre si antes hubo o no Huascarán, y qué pasó con las computadoras, los profesores y los estudiantes, si lo hubo, o por qué no llegó, si el enlace satelital estaba ahí. No se dice nada sobre lo que significará invertir las cantidades que debemos considerar, dado que la computadora, que "solo" cuesta 175 dólares, implica una respetable inversión. Si bien el viceministro Vexler acota que se está en etapa de estudio (y sé de buena fuente que Intel piensa entregar varias Classmate para un similar estudio al ministerio), hay mucho de fait accompli, especialmente si se toma en cuenta la presencia de la Universidad de San Martín de Porres, a la que este gobierno ha "entregado en concesión" la gestión educativa, o al menos el componente tecnológico.

Sobre todo: no se dice para qué se hace. Los niños han vuelto al colegio, sin duda; todos están fascinados, sin duda; muchos quisieran estar en ese colegio y no en uno sin computadoras, sin duda. Igual fue cuando Huascarán comenzó. Pero el hecho que el artículo comience destacando cómo un niño del pueblo encuentra a Gokú en Google es una pista que debió seguirse.

Obviamente, la XO, todo su potencial, no se reduce a la posibilidad de ampliar el consumo cultural de los niños andinos, haciéndoles más fácil ver anime, porno o lo que sea. Obviamente, se trata de colaborar en la mejora radical, profunda, rápida y contundente de la pésima educación que le brindamos a los niños de nuestra nación. Por eso, la XO o cualquier otra computadora tiene que ser para algo más. Lo que Caretas (y su redactor, David Pereda) no preguntan, no averiguan y no se molestan en plantear, es qué logros se buscan, cómo vamos a mejorar la educación, de qué manera estos chicos de Arahuay serán mejores ciudadanos, consumidores más hábiles, miembros más productivos de un emergente intento de "informacionalizar" nuestra sociedad. De eso se trata, en teoría, no de que pueda comprobar las operaciones matemáticas con la calculadora de la computadora, que reemplacen las figuritas de Huascarán por imágenes de Google, o que adquieran habilidades descritas en términos vagos y emocionales.

Ojalá la próxima vez Caretas trate de preguntarse lo importante y eluda la anécdota.

Añadido: transcripción del artículo de Caretas, cortesía del Morsa.